Antes de las drogas y de amanecer en la calle,
te besé como si fueras la mujer de mi vida.
Antes de haber llorado después de masturbarme,
te acompañé a casa despidiéndote con incontables abrazos.
Antes de haber perdido cualquier resquicio de inocencia,
te escribí decenas de cartas de amor, que habrás tirado.
Antes de pensar más en beber que en mi futuro,
sentía cada vez que quedábamos
lo mismo que un niño cuando llegan los Reyes Magos.
Ayer te vi después de tres años sin cruzarnos,
y siete desde que me dejaste.
No nos saludamos y éso no me importa,
pero sé que tú no has cambiado interiormente,
y yo, si no hurgas en mi fondo, estoy irreconocible
Sentí un vértigo inmenso y me pareció
haber vivido en otra vida nuestra pasión.
Pero tu tímida y camuflada sonrisa no engañaba.
Antes de tener ideales y de no creerme a la primera,
te quise con una pureza que ojalá añores algún día.
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